miércoles, 7 de noviembre de 2007

Manuel Azaña, mi Presidente.



Son las 0:31 del 8.11.2007, acabo de escuchar el último discurso del Presidente Azaña, el de paz, piedad y perdón y he de confesar que me ha poseído el vértigo de la Historia y me he soñado, en julio del 38, escuchando por la Radio a D. Manuel, en
este alegato al futuro de lo que preocupaba al primero de los españoles que, defendiendo la legalidad y el orden constitucional,a la par que la dignidad de una nación invadida, con la adquiescencia de parte de los nacionales, por fuerzas militares alemanas, italianas y de la morisma, discurría sobre la inmensidad de los males que aquejaban a España, en la actualidad y en el futuro.
De como discurría el Presidente, los daños de todo orden inferidos a la Patria por el proceder de aquellos que, despreciando el bienestar y la seguridad de España y los españoles y con interesada, a la par que gravosa ayuda foránea, no dudaron en
prolongar la ejecución de un golpe de estado, fracasado a las 48 horas de su nacimiento.
De como medía el dolor de España por generaciones de españoles consumidos en restañar sus heridas, de como su mayor angustia afloraba cuando discurría en el daño moral de la Patria, en la tragedia que suponía que los españoles se hubieran
"quitado el disfraz" y se hubieran "retratado" como en verdad eran, aflorados los odios y los rencores, de como se compadecía del sino de los supervivientes; de su propio sino...
Y he sentido que Azaña era mi Presidente y que sus palabras eran mis palabras, que sus razones las mías y mío también su agobio y su destino.
El sentimiento de una ciudadanía libre y republicana, española por origen e interés altruista y defensora del orden, el progreso y la civilidad democrática.
Esa ciudadanía que se va formando en los hogares, las calles y los tajos de España, a fuerza de ir percibiendo las contínuas agresiones a sus derechos que comete la monarquía partitocrática en vigor, día tras día, año tras año.
Esa ciudadanía que, en su momento, aglutinará a la mayoría de los españoles y será el origen y el sustento de la III República Española.
Mis hermanos, en suma...

Grabación del último discurso del Presidente de la II República Española, el 18.07.38, en el Ayuntamiento de Barcelona.